Una niña pobre ahorró durante varios años para comprar el vestido de graduación de sus sueños, pero lo vendió para ayudar a su amiga. Diecisiete años después recibió la noticia más sorprendente.
Sienna Pérez era una chica de 16 años criada por una madre soltera. Su padre las había dejado, pensando que podría triunfar y vivir una vida mejor solo.
Aunque él prometió apoyar financieramente a su hija, nunca lo cumplió. Así que su madre, Lisa, se esforzaba para llegar a fin de mes con su trabajo habitual como cajera de banco.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
A través de los años, Sienna hacía todo lo posible para no agobiar a su madre. Rara vez pedía algo además de lo que realmente necesitaba e incluso aceptaba trabajos de medio tiempo para ayudar a pagar las cuentas.
Cada vez que recibía un cheque de pago de su trabajo de medio tiempo tomaba una pequeña porción y la colocaba dentro de una lata que guardaba en su armario.
Si bien no quería mucho, había una cosa con la que siempre había soñado desde que era una niña pequeña: su noche de graduación.
Sienna gastaba la mayor parte de su sueldo en sus necesidades alimentarias diarias, pero la pequeña porción que guardaba en la lata estaba destinada a su vestido de graduación.
Sabía que su madre no podía permitirse el lujo de comprar el vestido y no quería cargarla con eso.
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Mientras caminaba a casa desde la escuela todos los días, la chica pasaba por una hermosa boutique que vendía ropa formal a medida. Un día entró en la tienda para preguntar cuánto costaría un precioso vestido de satén rojo hecho a medida.
Se había propuesto comprar el vestido de graduación de sus sueños en la tienda e incluso tenía dibujos de él colgados en la pared de su habitación para motivarla a esforzarse.
El vestido que Sienna quería valía $2.000 porque estaba hecho del satén italiano más delicado y se ajustaba exactamente a sus medidas.
Ella a menudo le hablaba a su amigo Aaron sobre el vestido. Él era su mejor amigo y no tenía muchos.
Los dos encontraron puntos en común cuando descubrieron que sus padres habían dejado a sus madres cuando eran más chicos. Tenían mucho en común y, desde que lo supieron, se hicieron inseparables.
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Semanas antes del baile de graduación, Sienna pudo ahorrar suficiente dinero para mandarse a hacer su vestido. Fue a la boutique para tomarse las medidas y eligió la lujosa tela de satén italiano que había estado mirando durante años.
En la mañana del baile de graduación, la chica recogió emocionada su traje de la boutique. Tan pronto como lo vio se enamoró y no pudo evitar derramar una lágrima.
“Es tan hermoso”, le dijo efusivamente a la diseñadora. “Muchas gracias por hacer realidad mi sueño. ¡He querido este vestido desde que tengo memoria!”.
La diseñadora se alegró de poder hacer feliz a la chica. La ayudó a ponerse el vestido y Sienna parecía una princesa. “Es mágico”, susurró la adolescente al verse en el espejo. “No puedo esperar para ponérmelo esta noche. Muchas gracias”.
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Cuando Sienna llegó a casa se preparó rápidamente. Tenía todo su maquillaje alineado en una fila y preparó los zapatos y accesorios que planeaba usar. Ella y Aaron decidieron reunirse en los terrenos de la escuela, por lo que tenía suficiente tiempo para prepararse.
La chica estaba a punto de irse a la escuela cuando Aaron la llamó de repente, llorando. “Lo siento mucho, Sienna, sé que esperabas con ansias este día, pero no puedo ir esta noche”.
“Llevaron a mi mamá al hospital y me dijeron que si no se hace una cirugía pronto, le quedan pocos días”.
La chica estaba frente al espejo cuando respondió la llamada y no pudo evitar mirarse a sí misma con el vestido con el que había estado soñando durante años. Luego, en un santiamén, su atención se centró en su amigo, que seguía llorando al otro lado de la línea.
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“No te preocupes, Aaron, averiguaremos cómo conseguir dinero para la cirugía de tu madre, ¿de acuerdo? Mantente fuerte por ella. Te apoyaré”, le aseguró.
Sienna miró por última vez su vestido y sonrió. “Me alegro de haber podido vestirte”, dijo. Pensó en tomar unas fotos para el recuerdo. Sin dudarlo, eligió estar al lado de Aaron esa noche porque sabía que él la necesitaba.
Al final, Sienna decidió no asistir al baile de graduación. Después de tomarse un par de fotos con el vestido, se lo quitó y puso un anuncio en Internet para venderlo en forma de subasta. La oferta inicial era de $2.000.
Después de publicar el anuncio, la chica se apresuró a estar al lado de Aaron en el hospital. Se quedaron allí toda la noche hasta que la mamá de Sienna la recogió.
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A la mañana siguiente, la adolescente se sorprendió de que el anuncio hubiera obtenido varias ofertas, la más alta de $4.200. Al ver esto, inmediatamente cerró la puja y vendió el vestido al mejor postor.
Sienna no podía creer que su vestido se vendiera por más del doble de lo que había pagado inicialmente. Ella le dio todo el dinero a su amigo Aaron para que pudiera pagar el tratamiento de su madre.
El joven y su mamá estaban muy agradecidos con ella, pero se sentían mal, pues no tenían nada que ofrecerle a cambio. Pero la chica les aseguró que no necesitaban devolverle el dinero.
Pero la chica les aseguró que no necesitaban devolverle el dinero. Ella les dijo: “Usted y Aaron han sido muy amables conmigo, tía Elsa. Somos una familia, y las familias se ayudan mutuamente en los momentos difíciles”.
Después de la cirugía, la madre de Aaron pudo recuperarse por completo. Tuvo que renunciar a su trabajo cuando la hospitalizaron, pero pronto se dio cuenta de que eso era una bendición disfrazada.
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Elsa era una buena panadera, así que decidió abrir su propia panadería. En un par de meses, su local se convirtió en el más popular de la ciudad, lo que la obligó a expandirse a una ubicación más grande.
Debido a la popularidad de la panadería, la mujer comenzó a abrir sucursales en diferentes estados. Eventualmente, ella y Aaron se mudaron a otra ciudad, mientras que Sienna se quedó en su ciudad natal.
La joven y su amigo se mantenían en contacto a través de Internet, pero no podían verse con tanta frecuencia como solían hacerlo. Terminaron viviendo vidas diferentes y se casaron con otras personas.
Un día, cuando Sienna cumplió 33 años, se sorprendió al recibir un sobre grueso por correo. Al ver que era de Elsa Andrade lo abrió rápidamente.
Resultó que la madre de Aaron había decidido retirarse. Ya no quería administrar su negocio, por lo que dividió sus activos entre su hijo y Sienna. En la carta, ella escribió:
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“Sienna,
Han pasado años desde la última vez que te vi, pero no ha pasado un día sin que recuerde tu amabilidad hacia Aaron y hacia mí. Extrañamos tenerte con nosotros todos los días, pero nos consuela saber que ahora estás viviendo felizmente tu mejor vida con tu esposo e hijos.
Me ha llegado el momento de jubilarme, pero quería dejar mi negocio en buenas manos. Le he pedido a mi abogado que divida en partes iguales los bienes de mi panadería, entre tú y Aaron.
Depende de ti lo que desees hacer con tus acciones: puedes administrar el negocio con mi hijo o vender tu parte. De cualquier manera, me gustaría que aceptaras tu alícuota.
Te convertiste en mi hija cuando sacrificaste un día especial de tu vida para salvarme. Siempre has sido y siempre serás mi hija, Sienna. Espero verte pronto.
Con mucho amor,
Elsa”.
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Sienna no podía creer lo que acababa de leer y no notó lo grande que se había vuelto el negocio de Elsa. La carta de la mujer no solo la convirtió en millonaria, sino que también abrió líneas de comunicación entre ella, Elsa y Aaron después de no verse durante años.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Las personas hacen lo que pueden por las personas que aman. Sienna había esperado con ansias el baile de graduación durante años, pero decidió no ir por el bien de su mejor amigo, Aaron. Las personas se sacrifican por las personas que aman: esa es la verdadera amistad.
- Lo que se siembra se cosecha. Sienna no dudó en vender su vestido de graduación para ayudar a Aaron y a su mamá. Lo hizo sin esperar nada a cambio, pero años después recibió una recompensa inesperada.
Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.
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